En el Principio…
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Introducción
El ser humano, prácticamente desde siempre se ha preguntado cómo surgió todo esto que vemos, tanto el universo, la naturaleza como nosotros mismos. El cristiano en esto tiene la ventaja de que cuenta con la palabra más fiel y verdadera que lo declara: la Escritura.
De igual forma, sabedores de que "toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra" (2 Timoteo 3:17), en ella se buscan no solo las respuestas a interrogantes como la anterior sino también a esa instrucción que deviene en edificación.
Esto tiene un carácter preponderante en cuanto al relato de la creación se refiere,
¿por qué?, porque la misma Palabra señala "acordaos de las cosas anteriores ya pasadas,
porque yo soy Dios, y no hay otro; yo soy Dios, y no hay ninguno como yo, que declaro
el fin desde el principio y desde la antigüedad lo que no ha sido hecho. Yo digo:
Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré" (Isaías 46:9-
Ese principio sin duda alguna empieza con el relato creativo, con lo que se conoce como la primer semana de la creación, el cual, ante una imple lectura, por las múltiples cuestiones raras, curiosas, interesantes que menciona implica necesariamente que debe guardar alguna comprensión subyacente más allá de su literalidad, comprensión a la que se está llamado a escudriñar, como la misma Palabra declara: "Gloria de Dios es encubrir un asunto; pero honra del rey es escudriñarlo" (Proverbios 25:2).
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