Introducción
Desde el momento mismo en que Dios creó a nuestros primeros padres, Él inicio con la humanidad una relación cargada de significado, tanto en amplitud como en profundidad, con un alcance que excede la temporalidad y llega hasta la eternidad; más que el de un Creador con su creación, el de un Padre con sus hijos.
En esta relación pueden identificarse momentos de llamamiento, instrucción, corrección, perdón, cuyo culmen son Jesús mismo por cuya encarnación fuimos hermanados con Él, por cuyo sacrificio fuimos reconciliados con el Padre y por cuya resurrección fuimos hechos coherederos del Reino de Dios venidero.
En su trato con la humanidad, Dios ha utilizado muchos canales de comunicación y
diversas formas de acercarse a nosotros. Como dice Hebreos 1:1-
Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio contienen las indicaciones sobre las fechas,
los requisitos, los cuidados previos y la manera de desarrollar estas siete fiestas
que Dios le estableció a Su pueblo y que hablaban de antemano sobre el plan de Dios
sobre la humanidad. Las cuatro primeras -
El hecho de que Dios haya establecido una concordancia de Sus fiestas con los ciclos agrícolas de Su pueblo tiene un significado tan trascendente que si sólo fuera un punto con el que nos quedáramos sobre este tema sin duda alguna sería este, ya que esto evidencia una verdad trascendental: todo el plan de Dios se lleva a cabo de manera natural.
Cuando decimos que el plan de Dios se lleva de manera natural, por natural no nos
referimos a la naturaleza humana sino a la naturaleza divina. Los ciclos agrícolas
de preparar la tierra, sembrar, regar, cuidar, cosechar, están dados por esa naturaleza
divina de Quien los creó. Es cierto que el hombre participa, pero si ponemos en la
balanza lo que el hombre hace comparado con lo que la naturaleza hace siguiendo los
patrones de Aquel que la diseño, vemos que es mínima -
Esta verdad debería darnos paz y tranquilidad, confianza y esperanza, pues ello implica que la mayor parte el plan de Dios depende de Él y se realizará, en nuestra vida y en la historia de la humanidad, conforme a Su voluntad. Como dice Filipenses 1:6 "estando convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús".
No es nuestro esfuerzo el que logra el cumplimiento del Plan de Dios, sino Él con
SU voluntad y, claro, con nuestra participación. Como dice Romanos 9:16 "así que
no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia",
de igual forma 1 Corintios 3:7 nos dice que "de manera que ni el que siembra ni el
que riega son nada, sino que Dios lo es todo, pues él es quien hace crecer lo sembrado",
y Marcos 4:26-
Aclarando esto que debería llenarnos de gozo y regocijo al saber quién está peleando
por nosotros y en manos de Quien estamos, hay que señalar que nuestra participación
es necesaria. Éxodo 14:14 nos dice cómo es que "Jehová peleará por vosotros, y vosotros
estaréis tranquilos", de igual forma Romanos 8:38-
Las Fiestas de Dios nos dicen lo anterior y de manera clara y específica nos van descubriendo Su plan para con la humanidad entendiendo en ese sentido lo que dijo en Isaías 55:11, cuando señaló que "así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual la envié".
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