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Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

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Artículos

Introducción


"Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios" (Marcos 16:9). Una de las creencias principales del cristianismo no solo es la de la resurrección de Jesús, sino también que, después de haber sido muerto y enterrado un viernes, éste se levantó de entre los muertos un domingo por la mañana. Durante siglos esta ha sido la enseñanza de la iglesia romana, así como la de las iglesias que de ella salieron a partir de la reforma.


Este dogma, que ha dado pauta a cuestiones de gran alcance como cambiar el día de reposo del sábado al domingo, ha sido un dogma prácticamente intocado e incuestionable, pero cuando uno comienza a leer las Escrituras en lo referente a este tema, se encuentra con cuestiones que le parecen incomprensibles, absurdas o contradictorias y que devienen en una consideración más que pasmosa.


¿Por qué si Jesús dijo que estaría en el sepulcro tres días y tres noches (Mateo 12:38-42) no podemos contar precisamente tres días y tres noches de la tarde del viernes al domingo por la mañana?, ¿cómo es posible que las mujeres compraran las aromas para embalsamar a Jesús después del sábado (Marcos 16:1) pero las prepararan antes del sábado (Lucas 23:56)?, ¿por qué se nos dice que Jesús resucitó por la mañana, es decir, ya había amanecido, (Marcos 16:9) pero cuando Maria Magdalena va al sepulcro y encuentra la piedra quitada aún está obscuro, es decir, no había amanecido (Juan 20:1).


Antes tales interrogantes pregunta a consideración que se desliza veladamente en aquel que emprende el estudio de este tema es ¿y si Jesús no hubiera muerto un viernes ni resucitado un domingo?


Pero a pesar de los cuestionamientos anteriores, que implicarían que Jesús no murió un viernes ni resucitó un domingo, los mismos abren un posibilidad que deviene en un cuestionamiento mayor, ya que si Jesús fundó Su iglesia, misma que nunca iba a dejar de existir (Mateo 16:18), si Jesús iba a estar con Su iglesia todos los días hasta el fin del mundo (Mateo 28:20), si el Santo Espíritu del Padre iba a estar con esa iglesia siempre (Juan 14:16) guiándola hacia la verdad plena (Juan 16:13), si esa iglesia sería luz del mundo (Mateo 5:14-16), columna y sostén de la verdad (1 Timoteo 3:15), ¿cómo podría explicarse un error tan grande en la iglesia como resultaría si ésta señalara fechas de muerte y resurrección de Jesús que no corresponden con la realidad?


En el transcurso del presente estudio abordaremos los cuestionamientos anteriores, y otros más, para dar claridad al tema de la muerte, sepultura y resurrección de Jesús, pero antes de comenzar propiamente con esto, hay un punto de mayor importancia: el que tú ahorita estés leyendo esto.


Así como en los tiempos de Jesús, mucha gente actualmente se siente "angustiada y abatida como ovejas que no tienen pastor" (Mateo 9:36), corren de aquí para allá tratando de buscar un sentido a su existencia, sentido que sólo resulta cuando se está en la verdad (Juan 8:31-32). Isaías 55:6 insta a "buscar a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano", el mismo Jesús de igual forma exhorta a que "pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá.  Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre" (Mateo 7:7-8), pero "no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia" (Romanos 9:16), esto por la trascendente verdad de que es el Padre quien llama (Juan 6:39, 44, 65), con todo y todo "muchos son llamados, y pocos escogidos" (Mateo 22:14) y aun así estos escogidos deben llegar a ser fieles (Revelación 17:14).


Si tú estás leyendo ahorita es que eres de los que que, aunque en angustia y abatimiento, buscan y piden, siendo que el Padre, en su misericordia, te ha traído a este punto, por lo que eres de los llamados.


Si ya has llegado a este punto, antes de comenzar propiamente el tema de este estudio, ponte en manos del Padre. Con tus palabras, sabiendo que Dios te ama tanto que dio a Su Hijo en rescate tuyo, pide Su luz, Su guía, Su iluminación. Pon atención conforme avancemos en este estudio en lo que el Espíritu dice a tu espíritu y en tu fuero interno, libremente, decide tú que harás con este llamado. La decisión es de cada quien.


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